
Julia Bachiller
En septiembre de 2023 regresaba a Majadahonda «PANETES», Cristina y Javier no volvían solos, junto a ellos traían el Arte de la Tahona, un arte que muchos creen dominar, pero tan solo unos pocos consiguen hacerlo realidad. Está situado en la calle la Flor 18, esquina a la Plaza del Cura, con un horario de lunes a viernes de 8:30 a 4:00 horas y los sábados de 8:30 a 2:30 horas.


Un pequeño local en cuyo interior se mantiene la tradición de la panadería y repostería de antaño, y que te recibe con una enigmática pregunta «¿Qué tendrá el pan, que el mismo Dios quiso que fuese su cuerpo?».

Pero no es solo el pan en sus diferentes elaboraciones, integral, semillas, rústico, hogaza, gallega, candeal…, Cristina y Javier innovan cada día sorprendiendo a su clientela con algo nuevo que publicitan en una pequeña pizarra en el exterior. Entre sus elaboraciones saladas destacan, entre otros, el hornazo, los bollos preñados de chorizo, o unas exquisitas pizzas. Su última novedad está reservada para los sábados, pollo asado con patatas panaderas, éxito asegurado.

Para los más golosos, mantecados, trenzas y unas insuperables magdalenas, tartas… Además, como se acerca la Semana Santa “¡LAS MEJORES TORRIJAS DE TODO MAJADAHONDA!”, de pan candeal, regadas con esmero para que no pierdan su consistencia, y en su interior una deliciosa crema pastelera, comer para creer, una auténtica delicia.




Un obrador que tiene la capacidad de activarte los cinco sentidos:
Un variado y suculento surtido de panes, además de su repostería dulce y salada, son todo un placer para la vista.
El crujir de la corteza del pan, del que ya muchos nos hemos olvidado, del cual deduces que la calidad de las harinas utilizadas, su elaboración, y horneado, son cuidados con esmero, un sonido que parece pasar desapercibido, una música que advierte al oído que el punto de cocción es el idóneo.

El primer sentido que advierte de la cercanía de una panadería tradicional es el olor que desprende el pan recién horneado, por cierto, por este motivo estudios realizados en esta materia aseguran que se activan regiones cerebrales relacionadas con la memoria y las emociones, con experiencias de la infancia que generan una sensación de confort y felicidad inmediata.
Dicen que “sobre gustos no hay nada escrito”, pero una vez degustadas las elaboraciones preparadas por estos maestros artesanos sin lugar a dudas regresar a su establecimiento se transforma en una costumbre.

Y por último llega el tacto con el que detectamos la esponjosidad de la miga de las diferentes versiones de panes que realizan, y en la versión dulce son espectaculares las magdalenas y brownies, así como el resto de bollería que parte de la elaboración de una masa.
Tan solo finalizar deseando a Cristina y Javier que todo ese esfuerzo que realizan haciendo y horneando el pan cada noche, ese dulce cariño que ponen en su repostería y trato al público, y su colaboración con los más necesitados, les sea recompensado por la clientela de Majadahonda.
P.D.: Apoyemos al pequeño comercio local, lo necesitan.

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