
Julia Bachiller
Durante el acto del Día de la Memoria del Holocausto la Presidenta de la Comunidad Judía de Madrid, Estrella Bengio, se dirigió a los asistentes dando lectura al siguiente discurso, del cual no manifestaremos ninguna opinión, tan solo daremos cuenta de su contenido, el cual comenzó diciendo así:

“Buenos días, alcaldesa de Majadahonda, gerente del Centro Sefarad -Israel, coordinadora de diplomacia pública de la Embajada de Israel, autoridades, familiares de supervivientes, familia de Justo Entre las Naciones, profesores y alumnos de colegios que nos acompañan, señoras y señores. Este año se cumplen 80 años de la liberación del campo de exterminio Auschwitz-Birkenau. En palabras del historiador israelí, Yehuda Bauer, para el mundo Auschwitz se ha convertido en el símbolo del mal y de la barbarie más absoluta.
Es el ejemplo más atroz de un sistema burocrático e industrial diseñado para encontrar, registrar, marcar, humillar, concentrar y asesinar a millones de seres humanos inocentes. Para el pueblo judío, sigue Bauer, Auschwitz se ha convertido en el mayor cementerio del mundo, en el más triste cementerio del mundo, un cementerio sin tumbas. El holocausto exterminó a las tres cuartas partes de los judíos europeos, seis millones de judíos, entre ellos un millón y medio de niños.
Simplemente por ser judíos no debemos olvidarlo. Nuestro recuerdo va dirigido también a los cientos de miles de gitanos, homosexuales, personas con discapacidad, republicanos españoles, masones y disidentes políticos que sufrieron también la barbarie del nazismo. Pero el dolor no terminó con la liberación.
Tras la liberación los supervivientes se enfrentaron a la penosa y angustiosa búsqueda de sus familiares, de sus hermanos, de sus hijos, y muchos sufrieron la tristeza y la amargura de no encontrarles. Tras la liberación muchos se enfrentaron al largo y fragoso regreso a sus países de donde habían sido deportados y encontraron que el mundo tal como lo conocían ya no existía. Su hogar, sus vecinos, su comunidad habían desaparecido para siempre de manera irremediable.
El holocausto fue un acontecimiento singular que golpeó con una brutalidad indescriptible al pueblo judío cuya historia arrastra las terribles heridas que hemos sufrido a lo largo de la historia. El odio, la discriminación, la humillación, la persecución y el destierro. Un odio irracional y perverso que no desapareció tras la liberación.

Muchos fueron rechazados, perseguidos, asesinados en los meses posteriores a la guerra cuando intentaban regresar a sus hogares. Como escribe amargamente el superviviente y nobel de la paz, Elie Wiesel, pertenezco a una generación que vivió el abandono y la soledad de nuestro pueblo. Para muchos supervivientes tras la guerra no llegó la paz.
Los testimonios de los supervivientes nos han conmocionado con los detalles de la barbarie que se extendió por Europa no hace tantos años. Han dedicado su vida a compartir el dolor que vivieron para alertarnos de los peligros que engendra el odio y de las consecuencias que provocan la indiferencia. Con el paso de los años estos supervivientes y con ellos sus testimonios nos han ido dejando.
Quizás se encuentre entre nosotros hoy aquí la última generación que escuche testimonio directo de las víctimas del holocausto. Tras ellos nos tocará a nosotros ser los portadores de su mensaje para evitar que la historia se tergiverse o se manipule. Debemos recordar el dolor de las víctimas y el horror que se abatió sobre ellos para que nadie pueda banalizarlo o negarlo.
Debemos recordar el coraje de los supervivientes, su valentía y la fuerza que tuvieron para encontrar un lugar para la esperanza y sobrevivir a la barbarie. Y también debemos recoger y honrar la pasión por la vida que mostraron, su fe en la humanidad y la responsabilidad que sumieron para hacer del mundo un lugar mejor. Un lugar erigido sobre nuestros más preciados valores que forman parte de la cultura y de la civilización occidental.
Sin embargo, el odio persiste. El 7 de octubre de 2023, la organización terrorista Hamás masacró y asesinó de la manera más atroz, cruel y salvaje a más de 1.200 personas y secuestró a 240 civiles, entre ellos niños y ancianos, de los cuales muchos siguen retenidos. Hace unos días fueron liberados algunos secuestrados, ha sido en palabras del foro de las familias de los secuestrados.
Estas liberaciones son un rayo de luz en la oscuridad. Seguimos rezando y exigiendo cada día la liberación de todos los rehenes que siguen retenidos hasta que el último rehén vuelva a casa. Sin embargo, en estos momentos no sabemos en qué condiciones se encuentra, no sabemos si siguen todos vivos.

El 7 de octubre tuvo lugar la mayor masacre que ha sufrido el pueblo judío desde el holocausto. A la masacre le siguieron las más abyectas y miserables manifestaciones antisemitas. Manifestaciones que han alcanzado una gravedad que la mayoría de los judíos en vida no habíamos conocido hasta ahora.
Discursos de odio, acoso en nuestros centros comunitarios, intimidación de estudiantes y agresiones a ciudadanos judíos. También muchos, no dudasteis en dar un paso al frente y poneros al lado de las víctimas y del pueblo de Israel. Gracias por tendernos la mano en estos momentos tan difíciles.
Como escribió el Rabino Jonathan Sachs, los judíos no podemos luchar solos contra el antisemitismo. La víctima no puede curar el crimen, el que es odiado no puede curar el odio. Gracias a los miembros de este ayuntamiento por compartir hoy este espacio y este momento con nosotros, con la memoria de los asesinados y también con aquellos justos entre las naciones que arriesgaron e incluso dieron su vida por ayudar a los perseguidos.
Gracias por darles voz, por transmitir su palabra, por abrazar su legado y no dejar que su memoria quede huérfana. Para que todos recordemos, para que ninguno olvide, para que nadie se atreva a negar. La voz y el testimonio de los supervivientes han guiado siempre nuestra esperanza y ha iluminado el camino hacia la tolerancia, la paz y la libertad.
Sus sueños viven en nosotros y debemos reservarlos del olvido y de la negación. Es quizás el más humilde tributo que desde aquí podemos hacer a las víctimas del Holocausto. En una bonita carta de Edgar Gere, superviviente de los campos de exterminio de su madre fallecida, escribe “Sé que si estuvierais vivos, papá y tú, habríais conseguido, como hacíais siempre, mirar dentro de la oscuridad y la pesadumbre para encontrar un camino de luz lleno de esperanza”.
Que la memoria de las víctimas del Holocausto esté siempre en nuestro corazón, y que su memoria irradie la luz que nos permita construir el mundo en el que ellos soñaron. Un mundo de tolerancia, paz y libertad. Muchas gracias”.

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