«El Flâneur de Majadahonda»

Majadahonda ha crecido mucho en las últimas dos décadas, sin que ello haya supuesto un aumento de los equipamientos necesarios para atender al aumento de población, como viene observando el Flâneur en sus paseos a lo largo y ancho del municipio. Crecimiento urbanístico que favorece un modelo, casi mimético al norteamericano, en los barrios nuevos donde la vida social se articula en islas de hostelería, tipo La Bolsa, que no crean municipio, sociedad majariega, tan impersonales como los de cualquier otro lugar.

Eso sí, más caros para marcar diferencia con las zonas ubicadas en la almendra central — como comprobó en su cartera el Flâneur cuando recorrió esos ambientes —, con los lugares de alterne para el vermú en la Gran Vía y Jardinillos, donde no se marcan las diferencias sociales y se escuchan, si estás atento como el Flâneur, las críticas y quejas que expresan los vecinos. Todo un hontanar de asuntos que reflejan los muchos problemas que tiene Majadahonda de los que elijo, en esta ocasión por la llegada de los calores, traer aquí las quejas por la existencia de una sola piscina municipal, en el vetusto Polideportivo de Huerta Vieja, donde desde hace dos años permanece cerrada y en remodelación, la única piscina pública cubierta de todo el municipio.

Tal parece, piensa el Flâneur, que Majadahonda esté afectada por un extraño virus que provoca que todas las obras públicas que benefician a los vecinos se prolonguen eternamente. Virus que también parece impedir que más de setenta mil vecinos solo disfruten de un polideportivo público, de instalaciones envejecidas, mientras que municipios con menos población como Arganda del Rey (55.000 habitantes), tiene dos grandes polideportivos con piscinas cubiertas y descubiertas e instalaciones de todo tipo para actividades deportivas, a las que los vecinos pueden acceder pagando un abono anual al alcance todos.

Circunstancia que lleva al Flâneur a considerar que ese virus es efecto de la política de desigualdad que aplica el equipo municipal a los vecinos de segunda, porque los de primera viven en urbanizaciones con piscina y practican deporte en clubs privados, que estos sí, hay en abundancia en Majadahonda. Desigualdad que en lugar de reducirse y equilibrarse se fomenta desde el Gobierno municipal, que ni se plantea nuevos equipamientos deportivos públicos a precios populares. ¿Un anatema?


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